curs 2014-15

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CIRCULARS I DOCUMENTS

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PSICOMOTRICITAT

La perspectiva pedagógica de la Práctica Psicomotriz:
algunas claves de su éxito escolar
Después de algunos años desarrollando un seminario que denominamos “La Coherencia Educativa”, en el
marco de los cursos anuales y postgrados de formación en Práctica Psicomotriz, de diversos lugares de
España, resulta sugerente conocer cuales son las reflexiones que aparecen en los grupos cuando se
analiza, y discute, la relación que debería existir entre las bases que sostienen ésta práctica y su influencia
en la vida del aula. Este documento aporta algunos elementos iniciales de reflexión en esa dirección, que
se retomaran en otro número de esta misma revista. En este sentido, me gustaría dedicar este documento,
y dar mi agradecimiento, a todas las personas que han participado en esos grupos, especialmente a los
componentes del Anual de Zaragoza y de Tarragona del curso 2001/02 porque de las reflexiones que
compartí con ellos aparecieron la mayor parte de las ideas que en él se recogen.
Un punto de partida: la relación entre la evolución de la vida y la sala de psicomotricidad
El contenido de este artículo tiene que ver con la importancia educativa de la Práctica
Psicomotriz, y con algo que a mi entender aporta una nueva perspectiva a este abordaje: la
relación entre algunos aspectos que han conformado la evolución de la vida1, con la riqueza de
todo aquello que ocurre dentro de la sala de psicomotricidad. Es una perspectiva que permite
una aproximación más global y compleja a lo que acontece en los contextos educativos. En el
fondo, un itinerario que invita a ser recorrido con la mirada puesta más allá de las cuatro paredes
de la escuela.
Preguntas sugerentes
Cada vez son más los educadores y educadoras que se plantean preguntas parecidas:
¿por qué los niños y niñas se lo pasan tan bien en la sala de psicomotricidad?, ¿por qué siempre
andan preguntando, cuando nos ven, si es el día que hacen psico, o cuántos días faltan para
volver a la sala?, ¿en qué consiste, en qué se sustenta, la magia que permite que los niños
experimenten y evolucionen, en el espacio psicomotriz, de una forma tan potente, desde todos
sus ámbitos de desarrollo y aprendizaje?, ¿cómo es que los mismos psicomotricistas nos
olvidamos, en ese espacio, de las presiones de los contenidos escolares y somos capaces de
disfrutar, y de transformarnos, a partir de la relación que establecemos con ellos?
Son preguntas simples, claras, con respuestas igual de simples y transparentes, aunque
luego, una vez situados en ciertos contextos escolares, la situación se vaya haciendo más
compleja por las circunstancias específicas de cada uno de ellos.
Buenas preguntas requieren respuestas complejas
La primera respuesta, sin dejar demasiado espacio para la reflexión, es que lo que
favorece esas vivencias estriba en un principio de libertad, es decir, en la sala pueden hacer
aquellas cosas que realmente les apetece, y podríamos matizar esta apetencia como deseo,
incluso como el emergente de una necesidad imperiosa de decirse y completarse en el mundo.
Visto así podría pensarse que la sala es un lugar muy poco estructurado, donde no hay un marco
organizativo, ni una intención en la intervención para obtener alguna ventaja educativa y de
aprendizaje. Nada más lejos de la realidad porque en cuanto escarbamos un poco más en esa
1 Esta evolución tiene que ver con las peculiaridades de algunas de las fases y sucesos que han permitido la constante
reestructuración de la materia y la energía, hasta llegar a la introducción de estructuras superiores gracias a la aparición de la
información, la cultura y el conocimiento
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idea inicial aparecen cuatro aspectos significativos que nos ayudan a comprender mejor las
dinámicas que en ella se desarrollan:
Devolver el protagonismo a los niños y niñas
En primer lugar, un hecho de una gran trascendencia dadas las peculiaridades de nuestra
cultura escolar: se favorece el protagonismo de los niños y niñas frente a un papel
excesivamente directivo y didáctico de los adultos. Claro está que colocar el protagonismo de los
niños en el mismo centro de la actividad de la escuela, comporta asumir el grado de
incertidumbre que ese hecho conlleva consigo, y probablemente sea esa una de las limitaciones
significativas por las que resulte difícil trasladar la filosofía de la Práctica Psicomotriz a los
contextos más reglados de los centros, especialmente en las aulas.
El reto de afrontar los límites
Paralela, y complementariamente a esa dirección, un ingrediente que estructura de una
forma profunda ese principio de libertad, sustentado en el trabajo sobre los límites2, esfuerzo que
encuentra sus raíces en la elaboración del deseo y la frustración, en el marco de la claridad de la
relación que seguriza física y afectivamente al niño.
Autoorganización y relación entre el todo y las partes
La tendencia generalizada de la materia y la energía en la naturaleza va hacia el
desorden y el cambio constante. La sala es un lugar privilegiado para poner a prueba esta
tendencia, de la que la actividad de los niños resulta una buena muestra. Las sesiones parten de
un momento de pulsión, es decir de una tendencia explosiva al cambio, especialmente si se llega
a la sala desde un contexto excesivamente estructurado, a la vez que de un gran desorden, tanto
en el espacio, como con el material y en las mismas acciones. El resultado de todo ello es un
proceso autoorganizativo que está en el mismo centro de la evolución3, dirigido hacia la
creatividad, hacia la emergencia de situaciones, vivencias y aprendizajes específicamente
diferentes a los de origen.
Detrás de este hecho está, también, la vivencia de la globalidad y la posibilidad de
experimentar con el “todo”, y de ahí poder acceder a las “partes”4, así como el poder ir en la
dirección contraria. Los niños, al iniciar la sesión ocupan todo el espacio, tiran al aire todo el
material que encuentran y, poco a poco, lo van invistiendo por partes, sean partes de espacio,
sean partes de acciones, sean partes de relaciones, para ir llegando, más adelante, a un
trenzado de esas partes que acaban definiendo un nuevo todo con otro nivel de información, y un
2 El tema de los límites es uno de los temas más candentes en la actualidad, especialmente en los marcos familiares y sociales. Cada
vez más, los educadores y educadoras muestran su preocupación porque les llegan a la escuela niños y niñas, también cada vez
más pequeños, con muy poca capacidad de contención. Hay un libro muy interesante que analiza a fondo esta situación y ofrece
elementos de reflexión para poder mejorarla con buenas dosis de sentido común y mejor toma de conciencia de las dinámicas
relacionales que se establecen entre padres e hijos: “Decir no: por qué es tan importante poner límites a los hijos”, de Asha Phillips,
editorial Plaza y Janés
3 Para un mayor conocimiento de estos hechos puede resultar sugerente leer el libro: “La trama de la vida: una nueva perspectiva de
los sistemas vivos”, de Fritjof Capra, editorial Anagrama, que explica brillantemente las teorías sobre el caos y la complejidad
4 La relación entre las partes y el todo es algo que está vinculado a cualquier proceso natural, y es substancial en el desarrollo de
cualquier tipo de capacidades en el ser humano, que se actualiza de una forma determinante en los procesos madurativos de la
primera infancia, tanto en los ámbitos motrices (por ejemplo en la maduración del tono muscular), como en los afectivos y relacionales
(por ejemplo en los itinerarios de identificación y de separación), como en los cognitivos (por ejemplo en la capacidad sincrética que
ponen de manifiesto los niños y niñas antes de los seis años)
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grado de armonía, de seguridad tal, que permite la calma necesaria para la representación, y la
tensión suficiente para la elaboración de nuevo conocimiento compartido.
La fuerza de la expresividad motriz y la dialéctica entre percepción y narración
Contamos, además, con un elemento de vital importancia para conocer, y poder
reconocer, a los niños y niñas, como es la manifestación de su expresividad motriz, que contiene,
no tan sólo el hecho de que la sala es un espacio privilegiado donde el cuerpo, el movimiento y la
acción está en el centro mismo de su diseño y organización, sino que además, al dejarlos
experimentar sin presiones ni encorsetamientos, se nos muestran tal y como se viven a partir de
su peculiar forma de investir el espacio, el tiempo y las relaciones, ya sea consigo mismos
(postura, tono corporal, ..), ya sea con sus iguales, con los adultos o con los materiales.
Aún más, este espacio psicomotriz posibilita a los niños la creación de narraciones
motrices y simbólicas vinculadas a sus procesos perceptivos visuales, auditivos y kinestésicos5,
que son los canales más modernos en la escala evolutiva, y privilegiados en nuestra especie
para establecer el contacto con el mundo y elaborar distintas representaciones de éste.
Visuales, porque crean contextos con gran variedad de materiales, que estimulan su
sensorialidad, sumergiéndolos en nuevos y potentes deleites estéticos. Auditivos porque a
medida que van experimentando motrizmente y creando situaciones de juego, se acompañan de
verbalizaciones de lo que va sucediendo, totalmente envueltos en palabras que cobran sentidos
diversos en función de sus producciones e intereses. Kinestésicos, porque hacen de su acción,
con su cuerpo, una expresión creativa, una danza colorida de movimientos coordinados a la
búsqueda de nuevas competencias motrices.
Viven apasionadamente todas estas experiencias gracias a que pueden profundizar en
aquel canal que les resulta más cercano, a la vez que comparten todos los elementos positivos
de los de los demás, enriqueciéndose de ellos y construyendo puentes hacia ellos. Esta
expresividad motriz, estas narraciones, van configurando, van trenzando la historia de cada niño,
ayudándoles en su proceso de diferenciación, en la conquista de su propia identidad, a la vez
que favorecen la construcción de una historia compartida, en definitiva, el acceso a la
comunicación6, y la conquista de una identidad social que les ha de ser muy útil para acceder al
bagaje cultural de su contexto.
Algo más sobre la Pràctica Psicomotriz
Simplemente estos cuatro aspectos, que podríamos analizar mucho más a fondo pero
que no es mi intención en este momento, contienen la esencia de un cambio pedagógico muy
5 Es interesante, desde esta perspectiva, conocer un poco más a fondo lo que caracteriza el funcionamiento de estos canales
perceptivos. De ello se ocupa, especialmente, la PNL (Programación Neuro-Lingüística), una modalidad terapéutica que se
fundamenta en la imbricación existente entre los protocolos perceptivos y la significación del lenguaje, que tiene aplicaciones muy
interesantes en el campo educativo y relacional, además de otros muchos. Recomendaría la lectura de dos libros, uno de cariz más
descriptivo, “Introducción a la Programación Neuro-Lingüística”, de Joseph O’Connor y John Seymour, editorial Urano, y otro más
metafórico, y siento que también más provocador y sugerente “De sapos a príncipes”, de John Grinder y Richard Bandler, editorial
Cuatro Vientos
6 Tenemos a mano dos grandes libros para comprender todo lo que se maneja en la comunicación. El primero, de lectura compleja
pero de contenido relevante es “Teoría de la comunicación humana”, de Paul Watzlawick y otros, editorial Herder, el segundo, de
lectura mucho más fluida y de contenido apasionante es “Comprender la comunicación”, de Sebastián Serrano, editorial Paidós
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significativo. Más que desarrollarlos me gustaría hacer referencia a lo que me sugieren, que de
hecho es lo que aparece en los debates de los grupos de formación, y que nos permite continuar
analizando y desarrollando esta idea de coherencia educativa:
. la necesidad de plantear un tipo de organización que realmente permita que los
cuatro ámbitos nombrados puedan darse en su máxima expresión
. la consolidación de un sistema de actitudes que dé sentido a nuestra intervención, en
relación a la organización y en relación a esos ámbitos
Un itinerario sorprendente y único: autonomía, creatividad y responsabilidad
En vez de especificar un poco más estos dos puntos, de todas maneras de sobra
conocidos por todos nosotros7, y vinculados a lo que desde este abordaje psicomotriz
denominamos como tecnicidad, me gustaría volverme a remitir a las primeras ideas esbozadas,
en especial a la del protagonismo, que favorece algo tan preciado desde todos los proyectos
educativos como es la autonomía. Pero la cosa no se queda ahí, si realmente favorecemos la
autonomía ella nos lleva de la mano hacia la creatividad, por una parte, y hacia la
responsabilidad, por otra; y eso, no cabe duda, son logros realmente sugerentes, especialmente
si pensamos en el marco de las aulas, donde se pretenden conseguir ambas cosas pero desde
un exceso de intervencionismo adulto, de unos currículums demasiado cerrados y de una
simplificación de los contenidos y experiencias a desarrollar, con lo cual los resultados suelen ser
más bien pobres.
Sería interesante profundizar en estos tres conceptos (autonomía, creatividad y
responsabilidad), pero lo dejo como un punto y a parte después de poner el énfasis en su
relevancia, no sólo desde la perspectiva educativa, sino también desde cualquier otra
perspectiva personal, socio-cultural y ecológica.
La emergencia del placer y del aprender
Resulta tan importante este itinerario que no podemos permitirnos el lujo de prescindir de
sus elementos. Es un itinerario que se retroalimenta porque se ponen en juego dos elementos
que van cogidos de la mano: la vivencia personal desde el placer, y el desarrollo de los procesos
de aprendizaje. Los niños, si no se ven afectados por patologías o disfunciones específicas,
nacen dotados del impulso por el aprender y, si el contexto en el que se desarrollan atiende sus
necesidades8, ese impulso se va desplegando progresivamente en multiplicidad de hechos
consumados9. Aquello que permite continuar funcionando al motor de ese impulso es el placer y
7 Son aspectos muy bien desarrollados en el libro “La psicomotricidad en la escuela, una pràctica preventiva y educativa, de Pilar
Arnaiz, Marta Rabadán y Yolanda Vives, ediciones Aljibe
8 Este ámbito de las necesidades es otro de los que resulta básico contemplar puesto que la Práctica Psicomotriz contempla y
favorece el desarrollo de la dimensión motriz, afectiva y relacional, y cognitiva, que son justamente las tres grandes necesidades de
los niños además de las básicas de supervivencia
9 Además de múltiples estudios sobre los aspectos referidos a la vinculación, como por ejemplo el libro “Vínculos afectivos: formación,
desarrollo y pérdida, de J. Bowlby, ediciones Morata, tenemos en la actualidad la maravillosa idea de la resiliencia, desarrollada
especialmente en el libro “Los patitos feos: la resiliencia, una infancia feliz no determina la vida”, de Boris Cyrulnik, editorial Gedisa,
en el que el autor nos cuenta una apasionante y documentada historia sobre la capacidad del ser humano, especialmente en las
primeras etapas de su vida, para construir la resistencia a la fragilidad, así como la confianza y la seguridad necesarias de que
existen contextos relacionales suficientemente favorables como para encontrar salidas a las problemáticas emocionales y
existenciales más profundas. El mensaje de Boris Cyrulnik, y el del concepto de la resiliencia, han de marcar un hito en el camino de
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el deseo por el conocer. La práctica que aquí estamos analizando permite este desarrollo y lo
aborda incluso como un aspecto preventivo.
El papel del juego y de la relación
Y hay dos aspectos más que sobresalen en toda esta reflexión y que le acaban de dar
contenido y sentido al éxito de la Práctica Psicomotriz: el juego y la relación. El juego porque está
en la raíz misma de la producción del niño, y porque sabemos que es el pilar en el que se
sostiene todo proceso de aprendizaje, sea al nivel que sea, y la relación, que es la que actualiza,
seguriza e impulsa constantemente la vivencia de los niños y niñas.
Las actitudes como referencia imprescindible
Este nivel de la relación nos remite a uno de los aspectos que antes había dejado
aparcado, el de las actitudes. Sin duda alguna si hay un cambio que se produce en profundidad
en los educadores que hacen la formación en Práctica Psicomotriz10, y posteriormente la
desarrollan en sus centros, es, sin lugar a dudas, en el marco de las actitudes, que podemos
nombrar con facilidad, aunque su desarrollo resulte algo más complicado de asumir: el respeto y
la aceptación incondicional de las características, limitaciones y capacidades de los niños y
niñas; la confianza absoluta en sus posibilidades, y también en las nuestras; la escucha
significativa, que va mucho más allá de la acción de recoger informaciones y tiene más que ver
con el dar tiempo, el no anticiparse a la acción del niño, y el interesarse profundamente por su
historia; la empatia, esa capacidad de poderse poner en el lugar del otro sin quedar atrapado
afectivamente en su misma dificultad; la disimetría, la ley y la seguridad, que les permitirán
avanzar a pasos agigantados en sus procesos de crecimiento personal.
Algunos elementos para la reflexión
Una pregunta sin resolver
En definitiva, dos cuestiones para ir finalizando esta reflexión compartida, una en forma
de pregunta y otra a modo de conclusión. Primero la pregunta, que a menudo nos deja un poco
inquietos pero siempre permite acabar encontrando nuevos caminos: ¿por qué resulta tan
complejo, a menudo, trasladar esta forma de desarrollar la Práctica Psicomotriz a la Práctica
Pedagógica de las aulas? Debe haber motivos de mucho peso para que esto suceda
reiteradamente así a pesar de la ingente cultura psicopedagógica que se ha ido desarrollando en
estos últimos años. Es una pregunta que requiere de un análisis en profundidad y será mejor
retomarla en otra ocasión.
la intervención educativa que ha de ayudarnos a hacer florecer valores personales y sociales que empiezan a estar en una profunda
crisis (auoestima, conflictividad en los contextos relacionales, desconfianza, abandono, burn-out, ...)
10 Es de todos sabido que la formación en Práctica Psicomotriz, según las orientaciones de Bernard Auocuturier, y las distintas
escuelas diseminadas por diferentes países de Europa, es una formación que se sustenta en tres grandes pilares: la formación
práctico-pedagógica, que le ofrece al psicomotricista la competencia para la organización y el desarrollo de las sesiones, es decir,
para la intervención, además de brindarle las herramientas para el análisis de ésta; la formación teórica, que ayuda a encontrar
sentido y a profundizar en la práctica; y la formación personal, la piedra de toque que ayuda a la persona a transformarse en el mismo
proceso de formación. No hay en la actualidad, según mi experiencia y conocimiento, otra formación tan potente y significativa como
ésta, justamente por la complementariedad de esas tres vertientes. Y son cada vez más incipientes, aunque vayan apareciendo
tímidamente, los intentos de incluir esta interrelación en otros contextos y tipologías formativas
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Diversidad, globalidad y multidimensionalidad
En segundo lugar, algo que intenta asemejarse a un esbozo de conclusión. El éxito de
esta práctica parece indiscutible, algo que se repite en todos los contextos donde, de forma
progresiva, se va aplicando. A mi entender hay factores significativos que lo favorecen, además
de lo dicho hasta ahora, y a modo de síntesis sugeriría los siguientes:
- es un espacio y tiempo en los que atender la diversidad de los niños y niñas, desde
todos los ámbitos posibles, no comporta ningún esfuerzo adicional porque la riqueza de esa
diversidad forma parte indisociable de su proyecto y objetivos
- permite vivir a los niños plenamente en su dimensión global, sin perder de vista su
proceso de maduración y crecimiento personal, que les llevará, progresivamente, a ser seres con
dotes para la comunicación, creativos y competentes cognitivamente
- no cae en el error, repetido hasta la saciedad en nuestros contextos educativos, de
convertirse en una metodología cerrada, justamente porque se nutre de un sistema de actitudes
que constantemente revitalizan y reactualizan la intervención y el proyecto de los adultos,
generando contextos de transformación mutuos
En definitiva, porque la Práctica Psicomotriz es una manera de entender a los niños, de
reconocer su modo de estar en el mundo, y de favorecer su proceso de crecimiento, y se va
modificando y enriqueciendo en la medida en que vamos ajustándonos a la comprensión de todo
ello.
Observar para co-comprendernos
En esta práctica la observación de las producciones y de la expresividad motriz de los
niños y niñas juega un papel fundamental. Debemos entender, también, que en esa tarea
estamos implicados los adultos, no como meros espectadores o acompañantes, sino como
coprotagonistas de todo aquello que sucede en la sala, un lugar privilegiado para poder vivir
nuestras resonancias afectivas en relación con las historias de los niños, de tal forma que nos
invite a buscar nuevos niveles de conciencia y comprensión de nuestras propias dinámicas
personales, el desconocimiento de las cuales, muchas veces, es el que nos impide desarrollar
una buena tarea educativa.
La pauta que todo lo organiza: el amor
La relación educativa es una relación apasionante, llena de complejidades, incluso llena
de trampas, la pauta que la organiza, como en todas las cosas importantes de este mundo, es el
amor. La Práctica Psicomotriz favorece la aparición del amor porque genera un contexto de
experimentación y vivencia del que no se espera más que el bienestar de los niños y niñas, con
todas las demás cosas que uno quiera añadirle. Hagamos de este contexto un estilo educativo
más allá de la limitación de las aulas. Es un bello reto para un futuro inmediato.
Carles Parellada Enrich (ICE Universitat Autónoma de Barcelona)
Esparreguera, 15/9/2002 (Carles.Parellada@uab.es/www.xtec.es/~cparella)